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El querido y desconocido “sapito” de buses de Puente Alto

Trabajaba hace décadas en el lugar. Muchos señalan conocerlo desde que tienen uso de razón, sin embargo, los detalles de su vida eran desconocidos por sus vecinos y amigos. Murió el pasado viernes en un trágico accidente en el mismo lugar en que se desempeñaba.

El 28 de julio ocurrió un fatal atropello en la comuna de Puente Alto, específicamente, en la intersección de Sargento Menadier con Avenida Concha y Toro. En esa esquina, se encuentra el conocido restorán Rancho Chileno. Fuera del local ocurrió el trágico accidente.

La víctima era un personaje muy querido en el sector, llamado cariñosamente como el “Sapito”: un controlador de buses que llevaba décadas trabajando en el sector. Sin embargo, muchos no sabían de él, de hecho, se enteraron de su nombre una vez fallecido: Ramón Álvarez Carvajal.

De acuerdo a información recabada, el hecho ocurrió por la imprudencia del conductor de una ‘liebre’ que lo atropelló, quedando atrapado entre dos máquinas, provocándole múltiples lesiones en su cuerpo: fractura de costilla, pelvis y cadera. Además, tenía comprometida la aorta, el hígado y una falla renal.

El accidente provocó un luto en el sector. Todos lo conocían. Juan Carlos Escanilla Prado es hijo de los dueños del Rancho Chileno, trabaja en el local y señala que conocía a don Ramón desde que tenía uso de razón.

“Una persona bien querida acá. Bien amable, gentil. Él ayudaba a la gente, hacía una especie de guía turístico comunal, ayudaba a mi papá a descargar el vehículo, todos los días en la mañana, o cuando mi papá llegaba de la feria, y él siempre lo ayudaba”, cuenta. 

“Llegaba todos los días a las 4:30 de la mañana, de lunes a sábado, durante muchos años. Nunca lo vi faltar acá: lluvia, trueno. Nunca. Ahora último se iba a las 12, porque ahora hay otro controlador”, relata Escanilla respecto al trabajo del fallecido. 

Pese al cariño y a ser conocido por todos los vecinos y vecinas del sector, poco se sabía de su vida privada. Muchos pensaban que no tenía familia, sin embargo, después de su muerte, se supo que tenía, al menos, tres hijos.

“Se supone que no tenía familia, inclusive, nosotros empezamos a hacer todo el trámite (después del fallecimiento). Estuvimos con él en sus últimos momentos en el hospital. Y resulta que el día lunes aparecieron los hijos, primero llegaron los familiares de la hija, que vive en Curicó. Y después apareció el hijo”, relata Ana María Vega, nuera de la dueña de la vivienda en donde Ramón Álvarez arrendaba una pieza.

Su hijo, Ramón Álvarez Donoso, habló con PALD respecto al trágico accidente y sobre su historia. “Recuerdos bien bonitos yo no tengo de él. De partida, mi papá me dejó cuando yo tenía, aproximadamente, 5 años. Mientras yo iba creciendo, me iba acercando a él, lo iba a ver, siempre estuve en contacto de él. Me enteré dos días después del accidente”, cuenta el hijo de don Ramón, quien ha vivido todos estos años en Puente Alto, en el sector de Juanita. 

“Yo sabía dónde trabajaba y me acercaba donde él, a verlo, pero nunca estuvimos unidos como para compartir una bebida, servirnos algo un día especial. Siempre fue el saludo, y lo poco y nada de tiempo que compartíamos. Y así fue toda la vida… Independiente de cómo haya sido, yo lo quería, siempre lo quise”, enfatiza Álvarez Donoso.

Su hijo relata que don Ramón era una persona muy encerrada. No tenía contacto con sus hermanos y hermanas, quienes se enteraron de la muerte por un llamado telefónico, relatando que no hablaron con él por más de 30 años.

FUNERAL Y REGISTRO CIVIL

Una vez fallecido, inició una etapa compleja para los vecinos, vecinas y amigos de don Ramón. Nadie sabía nada de él. Todos pensaban que no tenía familiares, por lo que fueron ellos quienes iniciaron los trámites que develaron la vida que mantenía en secreto.

“Se supone que no tenía familia. Inclusive, nosotros empezamos a hacer todo el trámite. Estuvimos con él en sus últimos momentos en el hospital. Y resulta que el día lunes aparecieron los hijos, primero llegaron los familiares de la hija, que vive en Curicó. Y después apareció el hijo”, cuenta Ana María Vega.

“Cuando llegamos al hospital no había carnet ni celular. Entonces, al no tener el carnet, no pueden retirar el cuerpo. Se hizo el trámite para sacar el Certificado de Nacimiento, y el RUT aparece erróneo… sale una franjita roja, por lo que el cuerpo sigue en el Instituto Médico Legal (IML)”, relató Vega a PALD.

Según explicó la vecina, al existir problemas con el RUT, no fue posible retirar el cuerpo, por lo que, de acuerdo a lo que les informaron, debían esperar siete días para tener el Certificado de Defunción. “Después, hay que ver si con ese certificado les pasan el cuerpo en el IML, si no, hay que esperar 20 días para que les manden el certificado de nacimiento”, agregó.

Ana María dice que hay muchas personas esperando detalles para saber dónde podrán despedir en paz a don Ramón. De hecho, explica que pegarán carteles en la vivienda donde arrendaba y en la avenida.

Desde la Municipalidad de Puente Alto también brindaron ayuda al fallecido. “Yo hablé y les dije que había dos opciones: dejarlo tirado, o tratar de hacerle un velorio como corresponde y enterrarlo como Dios manda… Me dieron el contacto de un trabajador de la Funeraria Iván Martínez, era él el que se iba a hacer cargo de todo. Y el funeral iba a ser en el Cementerio General. Después yo le di ese contacto a la hija, porque ella no tiene los medios para hacerle un entierro como corresponde”, cuenta Vega.

AMISTADES DEL SAPITO

“Yo lo conocí cuando tenía 13 años, o sea, toda la vida. Ramón era chofer de micros y oriundo de Lota, de allá me contaba que se vino a dedo para acá. Me contaba que era la oveja negra de la familia. Y se radicó acá”, cuenta Claudio Araya, amigo y dueño de una vulcanización en la comuna.

“Era buen tipo el viejo, tenía muy buena voluntad. Cuando yo no podía ir a comprar, él iba: era un buen amigo”, recuerda Araya, quien junto a su amigo Luis Filgueira, lamentan todo lo ocurrido.

“Imagínese… una tristeza. Años conociéndolo, todos los días jugando dominó con él… de hecho él lo compró. Yo no tengo amigos, mis amigos son con los que yo juego dominó aquí. Se va a echar de menos…”, dice Claudio sobre la sensible pérdida de don Ramón.

“Pa’ mí que este viejo no quiere irse, porque pucha que ha dado problemas… lo único que le pido al viejo es que no se lleve el dominó”, dice Claudio entre risas.

Y finaliza, “si no quiere irse, es por algo”.

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