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El adiós después de más de medio siglo de trabajo en la feria

Don Héctor Manuel Figueroa “colgó los guantes”, en una labor que heredó de su familia desde pequeño. Compañeros y caseros lo acompañaron en su emotiva despedida.

Tras más de 50 años trabajando en la feria, Héctor Manuel Figueroa Alcaíno (74) le dijo adiós a su trabajo de toda una vida, el pasado domingo 31 de julio, algo que ya venía planificando desde hace un tiempo, pero que deja a su compañeros y fiel clientela con un gran vacío, pues según comentan, se le va a extrañar bastante.

“En el ‘68 entré a trabajar a la feria, de manera formal, pero ya de niño, desde los 8 años, que venía para acá, con con mi familia, mis abuelos, íbamos a La Vega, a las 4 de la mañana a buscar los productos. Me crié prácticamente en la Feria Grande a pata pelá, de la cual mis abuelos fueron parte de los fundadores, una tradición que siguió con el pasar de tiempo”, comenta don Héctor en su puesto en que vende diversas variedades de verduras y hortalizas.

Mayor de 8 hermanos, señala que 4 de ellos fueron feriantes, “de los cuales ya quedamos tres no más (…) ¿Sabe? este trabajo no es malo para quienes no tuvimos estudios, pero eso sí, es bastante sacrificado. En el colegio casi ni estuve, mi taita era un hombre que le gustaba que uno trabajara desde chico, y en la casa siempre hacía falta alguien que ayudara. Lo que aprendí, fue mirando diarios, revistas, etc. Con el tiempo me cultivé eso sí, aprendiendo a leer, por ejemplo. Me manejo”.

Consultado en cómo ha cambiado la feria, desde que comenzó a laborar hasta estos días, dice que es completamente otro mundo. “Cuando partí, recuerdo éramos cerca de 264 feriantes, y ahora deben haber más de mil yo creo. Antes trabajaba los miércoles, sábados y domingos no más, ya que se vendía mucho. Ahora, de martes a domingo, se está casi todos los días menos el lunes, pero igual ya se está pensando en volver al otro día, organizando todo, como que no se descansa mucho”.

Padre de siete hijos cuenta que ninguno de ellos siguió esta tradición familiar, puesto que la mayoría son hoy profesionales, entregándoles don Héctor educación a sus hijos gracias a su arduo trabajo de años en la Feria Grade, algo que lo llena de orgullo.

 Consultado por sus pasos a seguir una vez que ponga fin a sus años de labor como feriante, comenta: “si bien me voy más que nada por temas de salud, seguiré viniendo a pegarme sus vueltas a la feria, pues es algo que ya es parte de uno, acá hay muchos compañeros a los que se les quiere mucho, así como a caseros. Ahora, a lo que me quiero dedicar, es a surtir de productos a locales de la comuna, ejerce como proveedor, y ya no andar trasnochando ni cargando cosas todos los días”.

HOMENAJE

El domingo pasado, los feriantes de la Feria Grade realizaron un homenaje a don Héctor, algo que fue una sorpresa, tomándolo totalmente desprevenido. Sus compañeros le hicieron entrega de un reconocimiento, a través de un diploma, por sus años de servicio, y unos mariachis llevaron la música para amenizar la jornada.

“Si bien estábamos un poquito tiste por la partida de nuestro compañero, entendemos su decisión ya de retirarse, tras todos estos años”, señala Roberto Rojas, presidente de la Feria Grande, uno de los organizadores de este acto. “Fue todo bien emotivo, el hombre soltó sus lagrimitas, así como también varios vecinos que nos acompañaron ese día. Cuesta asumir que Héctor se va, se le va a echar mucho de menos”, agrega.

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