Puente Alto al Día se dirigió a la casa de Constantino, un niño de la comuna que fue invitado por un carabinero hasta el Palacio de La Moneda. No fue algo fortuito, el funcionario y el pequeño se conocieron en medio de una actividad en plena pandemia, y desde entonces han forjado un afecto genuino.
Tiene seis años. A los dos ya manifestaba su total admiración por Carabineros. Cada vez que los veía pasar, pedía a quien estuviera con él que esperaran a los funcionarios para poder saludarlos.
Desde entonces se viste con un pequeño uniforme, muy similar, y lo usa a todas partes que va. “A veces tengo que escondérselo, se lo saco cuando se queda dormido”, cuenta la Sra. Jeannette Garrido, su abuela.
Constantino cursará primero básico este año y es oriundo de Puente Alto. Vive junto a sus hermanas Vaithiare, quien pasó a primero medio, y Antonella, quien quiere ser doctora. Su abuelita es la dueña de casa y se hace cargo de la familia.
Durante el periodo de pandemia, ella y el menor debían ir a Osorno. Para ello, necesitaba un permiso que sólo podía obtener en una comisaría. Así es que fue junto a Constantino, quien pidió ir con su uniforme. En el lugar, todos quisieron tomarse fotos con él. Así fue como inició una dinámica que se ha sostenido desde que era tan pequeño y que no ha hecho más que aumentar.
“Una vez nos fuimos a Castro y él se fue de carabinero. En el bus, el chofer, el auxiliar y toda la gente se sacaba foto con él. Cuando llegamos y vio un taxi le dijo ‘papeles o licencia’. La gente lo veía y se sorprendía porque no se veían niños así, y tan formal”, relata Garrido.
La jefa de familia explica que los vecinos del sector le seguían el juego en todo. Constantino, vestido como los uniformados, detenía un auto y el conductor le decía “¿qué necesita, mi cabo?” A lo que él respondía: “¡papeles!”.
El menor nunca pasa desapercibido. En otra ocasión, el pequeño estaba enfermo, así es que su abuelita lo llevó al Cesfam, y como es costumbre, él fue con su uniforme para que lo atendieran.
Una vez en el lugar, aparentemente, empezó a sentirse mejor: el personal del recinto de salud se tomaba fotos con él y otros niños que estaban en el lugar empezaron a jugar y él los detenía. “Yo le decía que se comportara, porque nadie le iba a creer que estaba enfermo”, comenta su abuela al respecto.
Cuando PALD visitó a la familia, Constantino iba de un lado para otro. “Habla como siempre hablas tú… anda florerito”, comentaba la Sra. Jeannette. Sin embargo, mostró su uniforme un par de veces y habló en muy pocas ocasiones.
El pequeño carabinero es inteligente, inquieto. Entiende todo lo que ocurre mientras se hace la entrevista y agrega cosas que su abuelita olvida en medio de sus relatos.
“¿Por qué te gustan tanto los carabineros?”, le preguntó este medio al menor en diversas ocasiones. Él jugaba con un BuzzLightyear, comía galletas y no prestaba mucha atención. Su hermana, Anto, intentó convencerlo, sin éxito.
Cuando finalmente respondió la pregunta, dijo: “porque atrapan a los malos y cuando atrapan a los malos, ya no roban… y eso pues. Tienen autos más rápidos, si yo fuera Carabinero, me gustaría andar en auto”. Esas fueron sus escuetas declaraciones.
Un encuentro especial
Cuando tenía cuatro años, se cruzó con un funcionario de la Institución que cambió la vida del menor, y la de su familia, para siempre.
“El día que conoció al comandante yo no iba a ir a una actividad aquí cerca, tenía harto que hacer, era a las 15:30. Justo los niños llegaban a esa hora y como vio a los carabineros me dijo que quería ir. Mientras yo me arreglaba, él se ponía su traje, porque no se lo sacaba para nada. Cuando llegamos se quedó ahí,mirando. Después vieron que había un carabinero chiquitito afuera y lo fueron a buscar”, relata la abuelita.
Quien lo mandó a buscar fue el que en ese momento era el comisario de la 38ª Comisaría de Puente Alto, Claudio Pavez. “Desde entonces, no se soltaron más”, comenta la Sra. Jeannette.
El comandante, actualmente, se desempeña como subprefecto de los Servicios de la Prefectura Santiago Central. Desde que dejó la comuna no ha olvidado a Constantino ni a su familia. Generó un fuerte lazo con todos sus integrantes.
Pavez también recuerda el momento en que vio al pequeño por primera vez. Tal como contó su abuela, estaba vestido de carabinero y eso llamó la atención del comandante. En el lugar estaban otras autoridades, incluidas el alcalde de la comuna, Germán Codina.
Pese a todos los protocolos y formalidades en este tipo de actos, Constantino se transformó en el centro del evento. “En ese momento él se robó todo el espectáculo, porque era poco habitual ver a un niño de cuatro años vestido de carabinero. Nos sacamos una foto con el alcalde y ahí yo le hice extensiva una invitación, como le gustaba tanto, para que conociera a la 38ª Comisaría”, cuenta el uniformado.
Según contó a PALD, pasó alrededor de una semana y llegó Constantino con su abuelita y su hermana: conocieron la comisaría, se subió a los carros e hicieron todo lo que hacen los niños cuando visitan un cuartel.
“Ellos tienen una situación familiar delicada, y eso me tocó. Entonces, empecé a darles un cariño especial. Yo tuve la oportunidad de viajar con mi familia a Disney, y a Constantino le gustaba Buzz Lightyear, entonces le traje un juguete de allá. A la Anto le gustaba Minnie y le traje sus orejitas típicas, y así empezamos a formar un lazo de amistad”, explica el comandante.
La relación de ambos es genuina. El menor siente respeto, admiración y cariño por Claudio Pavez. Hablan todos los días. A través de videollamadas, audios o mensajes. El contacto está siempre. Constantino reza por él cada noche, y sus plegarias incluyen a toda la familia del uniformado.
El momento más difícil
La amistad de Claudio y Constantino enfrentó un momento complejo. Él debía dejar su cargo en la 38ª Comisaria para servir en Santiago Centro. No querían decirle que se iba. Así es que esperaron hasta el último momento.
“Tengo que ir a cuidar a la persona más importante del país. ¿Sabes quién es?”, le dijo Pavez. Constantino se aventuró y respondió “diosito”, luego dijo “la virgen”. Después le explicaron que se trataba del Presidente de Chile. El menor no quedó muy convencido.
Días después manifestó su pena. Cuando pasó fuera de la comisaría, dijo: “ahora se ve feo ahí”. Y estalló en llanto. Pero su dolor no duró mucho, ya que el afecto entre la familia de Constantino y el comandante Claudio Pavez es real.
Comparten en actividades del Día del Niño, Navidad, cuando hay eventos con hijos de carabineros y hasta se han hecho el mismo corte de pelo en el cuartel. Uno de sus últimos encuentros fue un domingo de enero en que el comandante llevó al menor a presenciar el cambio de guardia en La Moneda. Como ameritaba, el pequeño llegó con su uniforme y su gorra, la que pertenecía a Pavez.
Claudio no esconde ni se avergüenza del afecto que tiene hacia la familia y, en particular, hacia el pequeño “carabinero puentealtino”. Un cariño que lo ha emocionado hasta las lágrimas cuando tuvo que despedirse o cuando lo sorprendieron con torta y regalos para uno de sus cumpleaños.
La familia de Constantino es amable, respetuosa. Su abuelita los apoya y está presente en todo. Es por eso que agradece que el comandante se haya cruzado en sus vidas y que el afecto que se tienen sea algo recíproco.
“Para mí es como que ‘diosito’ lo mandó para darnos alegría, apoyo. Muchas vivencias bonitas y me llena el alma porque yo veo a mis niños felices. Yo, sinceramente, en cuanto al cariño y la preocupación, lo veo como una prolongación. Tal vez esmucha patudez, pero así lo veo yo”, explica la Sra. Jeannette.
“En cualquier momento parto, y yo a ellos les he dicho: en donde sea que ustedes estén, si no están conmigo, tienen el comandante. Le mandan la ubicación y donde esté él va a saber qué hacer”, sentencia.
Mientras su abuelita daba las declaraciones, Constantino asentía con seguridad.
