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Puentealtina que sale adelante pese a las dificultades

Doña Mónica González crió prácticamente sola a sus 4 hijos, con un gran temple, sumado a la la vital ayuda de su familia.

De niña que Mónica González Muñoz visitaba Puente Alto, tiempos en el cual el paisaje era muy diferente al de la megaciudad que hoy caracteriza a esta capital provincial, hoy la más poblada del país.

“Recuerdo el trencito que pasaba por acá, pues yo venía en los meses de enero y febrero con mi familia a la comuna a ‘veranear’ prácticamente. Era más campo por acá antes, había mucho verde, e íbamos a comprar a La Chilenita, local que lamentablemente, hoy ya no existe”, comenta.

Ya con los años, doña Mónica llegaría a vivir a la comuna que visitaba siendo una infante -hace ya más de 20 años- en la que también curso estudios en el Liceo Puente Alto, en donde no terminó la educación que hoy sería la “media”, pues repitió un año, hecho que ofuscó a su madre, retirándola del establecimiento, por lo que tuvo obligadamente que ayudarle en las tareas del hogar a su progenitora.

Al poco tiempo eso sí, terminaría su educación escolar completa gracias a unos cursos de nivelación, entrando posteriormente a trabajar en la Dirección de Aprovisionamiento del Estado, en donde estuvo por un periodo de 12 años, labor que dice le disfrutaba bastante, pues trabajaba en secretaria, por lo que tenía contacto continuo con la gente, aspecto que valoraba muchísimo, dada su sociabilidad.

“Me emparejé pues, y tuve a mis hijos, 4 en total, lo que me hizo difícil seguir en mi empleo, pues me dificultaba el compatibilizar las tareas del hogar con el trabajo, así que me retiré, con el dolor de mi alma, dedicándome a la crianza de mis hijos, y a ser dueña de casa. Eso sí, con los años, terminé mi relación sentimental y me quedé sola”, indica.

Ante este panorama adverso, y con 4 hijos de quienes hacerse cargo, entregándoles lo necesario en todos los aspectos, es que Mónica se vio en la necesidad de encontrar un empleo. Eso sí, dice que en esta etapa de su vida contó con el apoyo de su familia, lo que sin duda fue un factor importante para lograr salir adelante.

“Fue complicado, tuve que organizarme, hasta que me salió un trabajo en una empresa que se especializaba a la entrega de documentación y correos, ahí estuve varios años, a honorarios. Gracias a este empleo pude terminar de pagar mi casita, y pude entregarle educación a todos mis hijos, que hoy son profesionales. Lo mejor que uno como padre puede dejarles a sus hijos, es una buena educación”, dice emocionada.

HOY, DISFRUTANDO LA VIDA

Actualmente, doña Mónica vive sola, “pues los hijos se van y una sigue con la vida pues”, por lo que se motivó para ser parte de un club de adulto mayor. Preguntando por aquí y por allá, una vecina la invitó al “Renacer de Llavería”, formado en 2009.

“Yo entré como por el 2016. Me gustó mucho el ambiente, ¡y desde entonces no me movieron más!”, dice entre risas. “El grupo es muy unido, lo pasamos muy bien, y personalmente espero todos los jueves ansiosamente el poder reunirnos. Ah, ¡y me tocó ser presidenta en plena pandemia! No fue fácil, pero la tecnología no me la ganó. Además, junto a la directiva de esa época, postulamos a cajas de mercadería para las socias, lo que nos ayudó harto. Ahora ya estamos juntas otra vez, y esperamos seguir pasándolo bien, y viajando, que es lo que más nos gusta”, agrega, finalizando.

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