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Fernando Palma, el “panadero del pueblo”

En horas de la tarde es posible ver el carrito de don Fernando en una de las esquinas de la Plaza de Puente Alto, en donde puede llevar su pancito amasado fresquito para disfrutar de una rica once.

Desde hace 8 años que Fernando Palma López (45) se ubica en la esquina de Manuel Rodríguez con Av. Concha y Toro, a un costado de la plaza de Puente Alto, a vender su rico pan amasado, actividad a la que llegó por circunstancias de la vida y que se ha convertido en la base de su sustento diario.

Pero, el camino hasta hoy, en que se siete feliz de sus logros, fue complicado y no exento de dificultades. “Me vine desde el sur a Santiago a los 14 años, con mi anterior mujer, y mi hija recién nacida… ¡salí bastante precoz pues oiga!”, comenta Palma entre risas. “No le dije a nadie, ni le avisé a mis padres. Me arranqué la verdad, con el fin de poder encontrar una mejor calidad de vida en la capital para mi familia”, agrega.

Dice que al llegar a Santiago, todo lo que sabía hacer eran tareas de campo: cortar el pasto, acarrear sacos de papa, cortar leña, etc. Su primer trabajo fue en local “La Naranja”, en Santiago centro, a la entrada de Paseo Ahumada, haciendo churros.  “No le pegaba nada a la cocina, y ahí descubrí que tenía dedos pa’l piano, lo que con los años fui desarrollando y mejorando,  hasta llegar a ser maestro de cocina, y sin tener estudio alguno en eso, fíjese”.

Con el correr de los años llegó a vivir a esta capital provincial, en donde conoció a su actual esposa, una puentealtina nacida y criada en la comuna, llegando  con un proyecto en claro: comprarse un horno, hacer empanadas y salir a venderlas, independizándose económicamente de esta forma, pues hasta ese entonces siempre había trabajado apatronado.

Lamentablemente el negocio no funcionó como lo esperaba. “Me fue mal. Pero no bajé los brazos, y después de un tiempo, me dediqué a hacer pan amasado, ¡y ahí sí que funciono la cosa! Me vino como anillo al dedo, y desde entonces me dedico a la venta de pancito amasado, a lo que sumé hace poquito también donas”, indica.

DE VUELTA AL TRABAJO

Don Fernando afirma que con calor, con lluvia, truenos y relámpagos, siempre lo encontrarán en la esquina de Concha y Toro con Manuel Rodríguez desde las 16.30 horas, que es lugar en que la municipalidad le entregó el permiso correspondiente parta instalarse.

“Me levanto tempranito, a las 5 de mañana, a trabajar. En la tarde me vengo con mi carrito, mi yegüita, desde mi casa, a instalarme en donde estaba antes el Banco CrediChile. La gente ya me conoce, tengo mi clientela fiel, que me compra el pancito para llegar a tomar oncecita a su casa, con un producto fresco y  de buena calidad. Los mismos caseros me han comentado que el pan les dura hasta tres días, lo que me pone más que contento”, sostiene.

Cuenta que se autodenomina “el panadero del pueblo”, puesto que en todo este tiempo, y pese a las adversidades -en que no pudo trabajar producto de la cuarentena por la pandemia- no ha subido sus precios, y le encanta el contacto con la gente, lo que echaba mucho de menos.

“En los buenos tiempos llegaba a vender hasta 800 panes diarios, lo que hoy, con todo lo que ha pasado, vendo más menos la mitad. Pero ¿sabe? soy un agradecido de la gente de Puente Alto y de sus autoridades, pues me han ayudado y entregado mucho”, señala emocionado.

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