Emprender desde cero tras perderlo todo no fue fácil, pero Paola encontró en los waffles un nuevo impulso, una manera de conectar con los demás y hacer de su historia una receta inolvidable
A veces, un postre puede ser mucho más que un antojo. Puede ser abrigo, un gesto de cariño, una pausa luminosa en medio del caos. Eso es lo que transmite La Churraza, la waflería de Paola Ulloa en Puente Alto, donde cada waffle lleva un pedacito de su historia, de su esfuerzo y de una convicción que nunca la abandonó: la de salir adelante, cueste lo que cueste.
Cuando Paola decidió emprender por primera vez, lo hizo con la ilusión de una vida nueva. Abrió una botillería invirtiendo todos sus ahorros, los de años de trabajo duro. Pero no pasó mucho tiempo antes de enfrentar una de las experiencias más amargas de su vida: una persona mayor, en quien confió, la estafó. Se quedó sin nada. Ni mercadería, ni equipamiento, ni ingresos. Estuvo incluso a punto de perder su auto.
“Fue muy duro. Me dolió más que me estafara alguien mayor, porque yo sentía que debía cuidarlo, no que él me dañara”, cuenta. Tras ese golpe, sintió que todo se venía abajo. Pero en vez de dejarse arrastrar por la frustración, se dio tiempo para recuperarse, reconstruirse y volver a creer en ella misma. Su espíritu emprendedor seguía vivo, aunque algo herido.

Recién en 2022, cuando el país comenzaba a dejar atrás la pandemia y las mascarillas aún eran parte del día a día, Paola decidió intentarlo de nuevo. Esta vez, desde su casa. Con una wafflera y la imaginación como aliada, comenzó a experimentar con frutas, salsas, dulces y decoraciones. Subía fotos a redes sociales, respondía pedidos y se encargaba de cada detalle. “Todo lo que preparaba lo hacía con amor, con cuidado. Porque era más que comida, era mi manera de salir adelante”.
Así nació La Churraza, un emprendimiento pequeño pero lleno de vida. Y poco a poco, gracias al boca a boca y la fidelidad de sus primeros clientes, pudo abrir su propio local. Hoy, la waflería es conocida por sus sabores únicos y por el cariño que se respira en cada entrega.
Pero más allá del menú —que no para de crecer—, lo que distingue a Paola es su manera de conectar con las personas. “Hay clientes que se emocionan cuando reciben su waffle. Algunos me dicen que no habían sentido algo tan bonito en días. Y eso me conmueve. Porque yo sé lo que es pasarla mal, y por eso valoro tanto poder entregar algo que les alegre un momento”.

Desde el corazón de Puente Alto, Paola sigue soñando con crecer, con innovar, con tocar más vidas a través de sus dulces. Y aunque el camino ha sido difícil, también ha sido profundamente suyo. Hoy, cada waffle que sale de La Churraza es una declaración de esperanza y una prueba de que sí se puede volver a empezar.
La Churraza se ubica en La Brújula 1265, allí puedes probar sus deliciosos waffles y conocer la dedicación que hay detrás de cada receta. También puedes seguir su cuenta de Instagram, @la_churraza, y descubrir sus opciones. Una visita que, además de endulzar tu día, te conecta con la historia de un emprendimiento puentealtino nacido de la perseverancia.
