María Antonieta Palma es organillera desde hace 32 años, oficio que aprendió de su marido, y que juntos han traspasado a 3 de sus 4  hijos.

El oficio tradicional del organillero-chinchinero es un patrimonio cultural de quienes cultivan y trabajan el oficio, con estricto apego a la tradición que se ha forjado en Chile. En la mayoría de los casos estos cultores han heredado el oficio de sus familiares, registrándose casos de familias de tres y hasta cuatro generaciones vivas en el cultivo del oficio.

Desde un plano social, este oficio también es patrimonio porque es una sobrevivencia de una actividad alguna vez globalizada, que durante el siglo XX desapareció casi en todo el mundo. Esta sobrevivencia es expresión de la voluntad de los organilleros por conservar oficio, su estilo de vida y mantener vivo el interés del público que constituye la audiencia leal sin la cual el oficio, en cuanto a práctica laboral, no existiría.

En Puente Alto, contamos con una de las tres organilleras “más antiguas de la Región Metropolitana”, doña María Antonieta Palma Muñoz (59), quien lleva 32 años en este tradicional oficio en el país, llevando música y alegría a los vecinos, tanto a chicos como grandes.

“Vivo cerca de la Población San Carlos y vine con mi organillo, remolinos, burbujas y pelotitas a animar a la gente y a los niños, a alegrarles un poquito la tarde, en medio de todo lo que estamos pasando”, señala María.

32 años en este oficio lleva la organillera. Cuenta que es oriunda del sur, de la comuna de Corral, (región de los Ríos), y que llegó a los 12 años a la capital, en donde terminó de criarse y al poco tiempo conoció el amor, contrayendo matrimonio con su marido chinchinero, de quien aprendió todo lo necesario para desempeñarse en este oficio, que es considerado como un verdadero patrimonio nacional. “Tenemos 4 hijos, y tres son organilleros, así que se ha mantenido esta linda tradición en la familia”, sostiene. “Mi marido tiene 64 años, por lo que ya no sale con su bombo, pero sí con su organillo, y recorremos diversas partes de Puente Alto. Él se va más por el lado de Luis Matte pa’rriba y yo vengo por acá”, agrega.

VIAJE EN EL TIEMPO

Doña María comenta que uno de los aspectos más “lindos” y satisfactorios de su trabajo, es que ha visto y compartido con diferentes generaciones de puentealtinos a lo largo de los años, quienes disfrutan de su quehacer. “La gente es muy cariñosa, y a muchos los conozco de hace harto tiempo. Mire, por ejemplo, a la señora de la casa donde ahora estoy afuera, a su hija al conocí de guagüita, y ahora ya está grande, es mamá y viene con su hijo”.

Adolfo Becerra, vecino del sector, dice que escuchar y ver a la organillera “me recuerda a mis viejos tiempos, de cuando era niño, ¡algo de eso aún me queda! (risas). Siempre que anda por acá salimos a saludarla. Si bien ahora con todo esto de la pandemia viene menos, levanta el espíritu escucharla”.

Pasando el dato, doña María aprovecha de contar que anima bautizos, casamientos, cumpleaños, etc. los que si bien por estos momentos por la situación sanitaria no pueden llevarse a cabo en la comuna, espera que las condiciones mejoren próximamente para poder retomar completamente a su actividad. “Me pueden contactar al +569 9044 7352, no hay ningún problema”, concluye,