La ausencia de aglomeraciones, así como la inexistente tensión entre los compradores –que se pueden ver en los supermercados- son algunas de las ventajas de estos locales, que abastecen con productos de primera necesidad  a vecinos y vecinas.

Fruterías, carnicerías y panaderías siguen al pie del cañón en estos momentos en que se vive la contingencia nacional producto de la pandemia del Coronavirus. Los negocios de barrio,  autónomos, se han convertido en un lugar de abastecimientos de primera necesidad para las personas: comprar en el pequeño comercio de proximidad es una alternativa a los supermercados, los que se han visto colapsados en varias oportunidades.

Los locales de barrio también cumplen las normas de higiene y además, los productos que venden no están expuestos a ser tocados por muchas personas como ocurre en los supermercados. No hay aglomeraciones ni tensión entre los compradores.

EXPERIENCIAS

Cristian Pavés, de la carnicería y minimarket “Don Jorge”, negocio familiar que fundó su abuelo décadas atrás en Puente Alto, cuenta que con su local abastecen a  gran parte de la población San Carlos. “Acá vendemos de todo, abarrotes, bebidas, pan carnes, lácteos, etc.  Desde que comenzó la contingencia y se hizo el llamado a quedarse en casa, las ventas han subido. Afortunadamente, nuestros proveedores se han portado re’bien y no han aumentado los precios, por lo que lo productos no han  subido”.

Dice eso sí que fue la misma situación que se vive,  que como negocio decidieron implementar el despacho a domicilio, lo que ha tenido una muy buena aceptación de parte de los vecinos, sobre todo por adultos mayores, que son quienes más se muestran reticentes a salir de sus hogares por el peligro de contagio.

En tanto, Julio Valenzuela, en su local  VyV, que atiende junto a su señora, cuenta que las ventas en su caso han disminuido, más que nada “porque estoy ubicado frente a dos colegios, y con la suspensión de clases ya no pasa nadie por frente a mi  negocio. También me he dado cuenta que harta gente, al disponer de más tiempo en sus hogares, han comenzado a hacer su propio pan, por lo que, por ejemplo, he vendido más levadura”.

Lo que dice no compartir es que en estos momentos de crisis sanitaria, con Estado de Catástrofe,  se aumenten los precios de los productos, situación que se origina desde los  distribuidores, lo que tarde o temprano se terminará  traspasando al cliente. “En ese aspecto, creo se debería hacer algo al respecto para proteger al consumidor, dado por lo que estamos pasando”, sostiene.

Doña Adela Vergara, dueña de “El Magnolio”, ha optado por atender a los vecinos desde la reja al exterior, como medida de precaución tanto para ella como para su fiel clientela. “Acá viene harto adulto mayor, aunque se han visto menos en estos últimos días”, indica.

Dice que en su local no adquiere mercadería en grandes cantidades, por lo que en su caso no ha optado por la venta con despacho a domicilio. Consultada por lo que más ha vendido que comenzó la campaña #QuédateEnCasa, responde sin dudar: el pan, he vendido más que antes. Otros productos que también se vendieron rápido, fueron el cloro, detergentes y desinfectantes… ¡el stock que tenía para dos meses se me fue en una semana!”, comenta con asombro.