El candidato a consejero constitucional está convencido que la delincuencia está cambiando la forma de ser de los chilenos por lo que propone atacar a estas mafias desde el texto constitucional. “Debe quedar establecido desde la constitución que el Estado tiene la obligación de terminar con estos grupos”, asegura.
Camina todo el día repartiendo información de su candidatura. No para de hacer campaña porque sabe que la constitución que se va a escribir es fundamental para el futuro del país. “Yo estaba en los cuarteles de invierno cuando me propusieron que fuera consejero constitucional. Y en verdad no tuve dudas porque siento que Chile se juega mucho en la elección del 7 de mayo. No es un comicio más, es un proceso que define el bienestar de Chile para los próximos 50 años”.
–¿Por qué lo ve así?
-Porque ya hubo una elección fallida y porque la constitución debe ser un factor que vuelva a unir a todos los chilenos. He escuchado a mucha gente, especialmente de izquierda, decir que estamos frente a la madre de todas las batallas y yo diría que es la madre de todos los acuerdos. No podemos repetir la experiencia de la convención anterior que fue un verdadero circo, donde hubo grupos que quisieron imponer su doctrina sin escuchar a nadie. Negaron todo lo bueno que hemos hecho como país y la respuesta de la gente fue clara con un rechazo de un 64 por ciento.
–¿De qué le sirve al chileno común una nueva constitución?
–Le sirve de mucho. Es como una sala de máquinas que guía todo el camino de un país. En mi caso, por ejemplo, estoy convencido que en el texto constitucional debe quedar señalado el combate del narcotráfico como obligación del Estado. Si eso ocurre, el país debe aprobar leyes que vayan en esa dirección. También debe quedar claro que las víctimas de delincuencia deben ser protegidas, lo que nos va a ayudar a tener una Defensoría de las Víctimas, algo que la gente hoy nos pide a gritos. Todos hoy sentimos que los delincuentes tienen más derechos a defenderse que los ciudadanos honestos y eso realmente no puede ser. La delincuencia nos está cambiando la forma de ser de los chilenos porque hoy te encierras a las siete de la tarde por miedo a ser asaltado. Antes cuando ibas en el auto hablabas de cómo íbamos a enfrentar un temblor fuerte, hoy en cambio se habla de que vamos a hacer en caso de un portonazo o un asalto. Así de distinto está el país. En el barrio Matta, en el centro de Santiago, los vecinos me cuentan que hoy asaltan a las abuelitas que van a comprar sus medicamentos, porque luego los revenden. No hay respeto por nadie porque antes por lo menos los delincuentes tenían algún cuidado en no superar ciertos límites
–¿Por qué no se enfrenta con mayor fuerza la delincuencia?
–Porque tenemos un problema grave del gobierno que ve a los delincuentes como personas que no tuvieron oportunidades en la vida y sienten compasión de ellos. Yo me pregunto si ellos tienen compasión de nosotros. Ellos demuestran todos los días que no tienen empatía por nadie y están dispuestos a matar a quien sea con tal de conseguir lo que quieran. Todo estamos atemorizado porque no sólo matan a destajo, sino que nos cambiaron el alma como chilenos.
–¿Por qué cambiaron el alma?
–Mire antes la gente salía a las plazas y hoy ya no puede porque ese espacio lo ocupan delincuentes o personas de mal vivir que amedrentan y abusan de su poder. He estado varias veces en Puente Alto y la gente me reclama porque afuera de sus casas hay personas que venden droga, que destruyen los espacios públicos, que toman alcohol y se drogan delante de los niños. No solo eso: hay enfrentamientos entre bandas rivales y los vecinos están expuestos todos los días a que una bala caiga y termine con la vida de alguien inocente. Peor aún: hoy matan con total facilidad a nuestros carabineros, algo que desgraciadamente se ha estado naturalizando. ¿Cuándo había pasado que asesinaran a tres carabineros menos de un mes? A eso me refiero cuando digo que nos están quitando el alma porque todos de alguna manera estamos alterando nuestra forma de vivir y nos estamos adaptando a esta nueva situación.
–¿Qué hacemos entonces?
-Empoderar a nuestros carabineros porque hoy no tienen respaldo de la autoridad. En la medida que la policía tenga más poder en la calle, los narcos pensarán dos y tres veces antes de actuar. También es fundamental recuperar los espacios públicos. Si la gente siga encerrada en sus casas, la batalla la seguirán ganando los delincuentes. En ese sentido es increíble que aprobemos una ley como la Naín Retamal, que le da más atribuciones a las policías y luego se envíe una ley del uso de la fuerza, que relativiza esas nuevas facultades. Realmente es inentendible
–¿Se puede ganar esa batalla?
-Se puede, pero con convicción real y no con meras declaraciones. El otro día veía un funeral narco en Valparaíso y el cortejo iba lleno de personas en las ventanas y techos que iban lanzando fuegos artificiales. O sea, estamos hablando del mundo al revés. Los colegios, jardines infantiles y universidades cerradas y ellos, los delincuentes, haciendo un carnaval. Otro ejemplo, el otro día vi por la televisión como ingresaron a un muerto al estadio y lo pasearon sin que nadie pudiera hacer nada. Da la impresión que el control de la ciudad la tienen los delincuentes y no la gente decente que trabaja y se saca la mugre para salir adelante
-¿Y la migración cuánto ha afectado al aumento de la delincuencia?
-Creo que la delincuencia tiene variantes más intensas con la llegada de delincuentes de otros países, que extorsionan y secuestran al estilo de lo que ocurre en sus países. Es obvio que ambos hechos están vinculados y la gente lo percibe, aunque muchos digan lo contrario. No quiero culpar a la gente honesta que viene a trabajar, pero desgraciadamente hay muchos que han venido al país para seguir con su recorrido delictual. Es hora que el gobierno y los parlamentarios se tomen en serio el tema de la migración y se regule adecuadamente. Yo soy de la idea que los extranjeros que delinquen sean expulsados de modo inmediato.
