Mariela Alejandra Muñoz Milla (50), lleva casi tres década en el área de salud municipal de Puente Alto, al que ingresó tras presentar sus antecedentes a la dirección central que había publicado un aviso en PALD.

Toda una paradoja la de esta profesional, que  llegó al área de la salud  mientras estudiaba Análisis en Sistemas e Ingeniería en Computación.

“No me gustó esa carrera y  por un contacto entré a estudiar, con una beca, el curso de enfermería en el Sótero del Río. Postulé a la beca y entré a estudiar esta carrera”, contó a PALD.

Finalmente y tras un año y medio de estudios, se tituló de Auxiliar Paramédico, cuyas clases eran desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde. 

CAPACITACIÓN CONSTANTE

-Cuando enviaste tu curriculum, ¿te convencía la idea de trabajar en un consultorio de Puente Alto?

-Cuando terminé de estudiar y  como salí con buenas calificaciones, me dieron la opción de trabajar en la ACHS, en Parque Bustamante, en el hospital. Pero el  viajar me incomodaba. Como vivo en Puente Alto comencé a buscar alternativas aquí. Yo no conocía la salud pública y no recuerdo bien cómo encontré el trabajo, pero debo haberlo visto en el diario. Vi la publicación que se necesitaba Auxiliar Paramédico para el área de salud en la Corporación Municipal de Puente Alto y presenté mi currículum.

-¿Cuál fue tu primera destinación en los consultorio?

-Mi primera destinación fue en la población Chiloé.

-Altiro a los leones.

-Sí, en la Posta Chiloé. Era una casita remodelada para consultorio. Éramos pocas las  personas que trabajamos ahí. Ahora creo que es un jardín infantil. Pero era súper entretenido. Me gustaba el sistema. Por eso me quedé en la comuna. Era bien humano y familiar.

Sin embargo, con el tiempo  se abrió el consultorio Cardenal Silva Henríquez, donde todos  los que laboraban en la Posta Chiloé fueron trasladados.  “Ahí estuve trabajando harto tiempo. Hasta que nació mi hijo, que llegó un poco enfermo. Por eso  pedí mi traslado a un consultorio más cerca de mi domicilio”.

-Cuando tú comenzaste a trabajar en el primer consultorio, ¿atendías gente?

-Es que hacíamos dos funciones en una. A mí me destinaron a cumplir con la entrega de medicamentos, en  la farmacia. Ahí también estaba la entrega de la leche. Estaban las dos cosas juntas. Y a mí me destinaron a apoyar a la niña que atendía ahí.

-¿Y en el segundo consultorio?

-Como manejaba las dos áreas me destinaron a farmacia. Y después trabajé en la unidad de urgencia, procedimiento y así fui escalando.

-¿Ahora dónde estás?

-Ahora estoy en el Padre Manuel Villaseca como Técnico en Enfermería. Estoy encargada de la bodega de medicamentos e insumos del consultorio.

-Me imagino que por tu formación académica te quedó como anillo al dedo.

-Claro, además después tuve que nivelar mi carrera, porque ahora soy Técnico en Enfermería de nivel superior con mención en Atención Primaria. La Corporación necesitaba que nos niveláramos. Todos los años nos vamos capacitando de alguna manera.

-¿Cómo evalúas estos casi 30 años de trabajo?

-A mí me acomoda mucho trabajar en este horario en el consultorio. De lunes a viernes. No trabajar los festivos, es primordial, porque uno tiene más tiempo con su familia. Y como vivo cerca de mi trabajo no gasto en traslados. Entonces la paga también me acomoda mucho. El tiempo que hago de mi casa al trabajo me demoro 15 minutos. El horario me encanta por eso creo que me quedé en la comuna. El horario para la familia es primordial.

-¿Qué  hechos  han marcado tu carrera?

-En la urgencia  ha sido fuerte. Una vez, en vísperas de Navidad, llegó un atropellado. Era una pequeña niña que se estaba bañando en la vereda en un grifo y un auto la pasó a llevar. Yo estaba de turno con una colega. La niña venía con desforramiento intestinal y cerebral. El papá venía desconsolado. Esas cosas te marcan.

-¿Esa niña sobrevivió?

-No. Sin embargo, también hay cosas hermosas como ayudar a dar a luz a las mamás. Traer una nueva vida. Eso es muy maravilloso.

-Me imagino que hiciste una familia en todos estos años.

-Sí, llegué soltera y sin hijos. Y ahora tengo una familia. Mi hijo tiene 16 años. Y con mis compañeros nos conocemos toda una vida. He visto surgir mi vida en este trabajo.